Por todo lo alto

Celebrar es un acto de generosidad que nos vincula con lo mejor de nosotros mismos como personas.

Celebrar es un acto de generosidad que nos vincula con lo mejor de nosotros mismos como personas y que nos orienta hacia la mejor de las disposiciones como organización. Contribuye a poner el foco en lo que queremos o consideramos importante, a recordar nuestros objetivos y a identificarnos como dignos merecedores del logro.

Existe una generosidad en el celebrar que va precisamente en esa dirección, en la de alimentar nuestro espíritu, llenando la despensa del merecimiento. Celebramos en tanto merecemos y somos conscientes de que merecemos en tanto celebramos, y es bueno recordar esa doble correspondencia,

Celebrar nos vincula además con la ilusión y con la generosidad. Una generosidad expresada hacia uno mismo, cuando es un acto íntimo, cotidiano, o hacia los demás cuando nos reunimos para compartirla con otros.

Solamente una visión empequeñecida de la realidad podría aconsejar algo distinto.  Vivimos en la corriente de cambio del nuevo paradigma y entendemos el logro como una responsabilidad compartida desde la aportación individual de todos. La celebración, entendida como elemento disruptor del esfuerzo o de la productividad, formaría parte del paradigma anterior y es posible que, a muchos de nosotros, siga produciéndonos cierta prevención.

Tutelada durante siglos por un sistema de ordenación vertical del trabajo y de la sociedad, la celebración fue instrumentalizada como una forma de adoctrinamiento colectivo. El dogmatismo o cualquier otra forma de ordenación piramidal,  y la organización del trabajo hasta bien entrado el siglo XX indudablemente lo era, se ocupaban de indicarnos cuándo podíamos celebrar, cómo podíamos hacerlo y, sobre todo, qué era digno de ser celebrado y porqué razón. No era necesario estar atento a las propias necesidades ni indagar las razones por las cuales uno formaba parte.

Hoy, sin embargo, tratamos de integrar de forma horizontal los procesos productivos para obtener la máxima eficiencia en busca de la suma de talentos.  Entendemos el trabajo y la relación con los demás como una forma de proyección y crecimiento mutuo, con resultado suma.  Por lo tanto, debemos ser capaces de sentir qué es aquello que necesitamos celebrar y estar dispuestos a protagonizarlo. No importa que no seamos el que cumple los años, la que han ascendido a un puesto de mayor responsabilidad o un seguidor del equipo contrario cuando se celebra la victoria del contrincante.

Siempre podremos conmemorar el hecho por el que hemos sido convocados, la razón por la que asistimos, el placer de estar juntos, haber superado dificultades o estar ahí, sencillamente. Al final, celebrar, no es mas que dejar de mirarnos el ombligo y tomar responsabilidad en el cuidado de ese Gran “Nosotros” como punto de encuentro.

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