Punto de encuentro

Es posible que, sorprendido por el hecho de que los demás no actúen según tus expectativas, te preguntes qué hubieras podido hacer diferente para convencerles del camino correcto. Tú sabes cual el camino correcto y quieres que ellos lo sigan. Así pues, si has aprendido que la tolerancia forma parte de ese camino y consideras que las personas que te rodean necesitan ser más tolerantes, vas y les gritas: Tenéis que ser más tolerantes!

Desde el punto de vista de quien busca cambiar algo en los otros, ésta parece la forma mas directa de hacerlo, desde luego. Ahora bien ¿conseguirás generar mas tolerancia haciendo uso precisamente de la cualidad opuesta?. Probablemente la respuesta sea negativa.

Lo cierto es que el otro, ese otro que tienes delante, finalmente existe y es tan dueño de la realidad que compartís como lo eres tú, así que puede que tus exigencias vulneren el espacio de su individualidad y que tu petición cause rechazo, o aún más intolerancia.

Uno de los descubrimientos que ha aportado a mi vida el material que desarrolla el programa de Coaching de Sistemas Relacionales y Organizacionales ORSCTM es precisamente este: El otro existe en una relación de igualdad frente a nosotros, independientemente del rol que ocupe. Entre él y yo, no existe un espacio vacío o una realidad determinada por la jerarquía, existe el lugar común de nuestra relación. Esa relación que hemos empezado a crear desde nuestro primer contacto, desde las primeras suposiciones o certezas, es nuestro verdadero punto de encuentro. De hecho, no existe la posibilidad física de interactuar con los demás fuera de ese marco.

Sea del tipo que sea, la relación siempre estará ahí. Habrá relaciones generativas, seguras y edificantes y las habrá convulsas o destructivas dependiendo, no tanto de nosotros o de los otros, sino de la relación que hayamos construido entre todos o aún mas, de la carga emocional, de la información con la que la hayamos alimentado.

Es decir, si nuestro deseo es incrementar la tolerancia en un equipo, familia o grupo social y para hacerlo introducimos en la relación más exigencia, ésta no será más tolerante, sino probablemente más exigente. Tanto da que lo que pidamos de forma explícita sea todo lo contrario.

Pero la relación o ese “sistema” relacional u organizacional que construimos entre todos, no se limita a almacenar la información, la carga emocional emitida por los miembros que la componemos, sino que nos condiciona directamente. No somos los mismos con nuestros padres que con nuestros amigos, ni lo somos con nuestros hijos que con nuestros colegas profesionales. Jugamos y bromeamos con los unos, tratando de divertirnos e introducimos en esa relación desinhibición, espontaneidad, provocación, juego… Tratamos de impresionar a los otros e introducimos en esa otra relación respetabilidad, foco, eficiencia… Y como resultado de esa información con la que abastecemos nuestras relaciones, generamos ese nosotros, esa nueva entidad o sistema relacional, que nos comprende y condiciona.

Si los miembros de un sistema relacional ya sea un equipo, familia, comité o comunidad de propietarios, por citar algunos ejemplos, ignoramos esa realidad, es muy fácil que toxinas tales como el desprecio, la crítica, el aislamiento o las actitudes defensivas, sean incluidas en nuestra forma habitual de interaccionar. En ocasiones incluso con la intención de mejorarla!.

La metodología que aporta el programa de Coaching de Sistemas Relacionales y Organizacionales ORSCTM tiene la virtud de entregar a los mánagers, futuros facilitadores o coaches, un sistema operativo que les permite interactuar con los miembros de un equipo de forma que ese espacio común, esa relación, sea reconocida y respetada por cada uno de ellos. ¿No crees que si todos fuéramos más conscientes de la relación, el mundo sería diferente?

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