Presencia y Liderazgo
La esencia del liderazgo radica en nuestra capacidad para elegir donde ponemos el foco. Esta capacidad que en principio parece que todos tenemos -o practicamos- de forma innata, tiene la particularidad de dibujar el cuadro completo de nuestra vida, pintando todo lo que contiene: relaciones, desarrollo profesional, opción vital.
Por lo tanto, más allá de que tengamos las habilidades y competencias necesarias para desarrollar nuestros propósitos, nuestro liderazgo va a depender de que entrenemos esa capacidad y seamos capaces de ejercerla de forma intencional y consciente.
El módulo primero del programa de liderazgo Somático (Liderazgo en Acción Uno) va esencialmente de eso, de entrenar nuestra conciencia acerca de dónde ponemos el foco en cada momento y de sentir cómo nuestro cuerpo y la forma de nuestro cuerpo, nuestro “Soma”, son parte fundamental de ese proceso.
Somos lo que practicamos y siempre estamos practicando algo. Observar lo que practicamos es una buena forma de descubrir quién somos. Hasta qué punto nuestras acciones están alineadas con nuestros objetivos ya sean vitales o profesionales, es algo que tendremos que valorar en función de si se están cumpliendo las “condiciones de satisfacción” acordes a nuestro propósito.
En el programa de Liderazgo Somático decidimos y declaramos nuestro propósito (pensamiento y acción). Observamos la naturaleza de nuestras respuestas y las tendencias condicionadas que registra nuestro cuerpo frente a los estímulos o desafíos de nuestro entorno. Y lo hacemos sintiendo cómo se construye esta respuesta en nuestro interior. Si hay rigidez o acompasamiento, si hay crispación. Si alguna parte de nuestro “Soma” se colapsa o no está suficientemente presente y cuál es la forma que acaba confiriéndonos todo ello.
Si tenemos la presencia y el impacto que deseamos, las relaciones de calidad que queremos o el bienestar necesario, es debido a las decisiones que tomamos y a las acciones que emprendemos. Existe un histórico “corporizado” grabado en la “memoria implícita” de nuestro cuerpo que determina nuestras acciones y nuestra presencia, y es ahí donde incide el trabajo somático. La transformación somática consiste precisamente en eso, en hacer que nuevas acciones estén disponibles para ser ejecutadas por nosotros, incluso bajo presión.
La experiencia corporal que hay detrás de nuestro “Si” o nuestro “No” durante nuestros “actos hablados”. Aquello que incluimos y que excluimos a la hora de realizar o recibir peticiones… Lo que decidimos encarar y lo que decidimos pasar por alto, por ejemplo, son actos básicos de liderazgo que construyen nuestro “Soma”, determinan nuestra presencia e impactan decisivamente en los demás y en la satisfacción de nuestro propósito.
Mediante el trabajo Somático es posible reescribir la memoria implícita, aquello que está grabado en nuestro cuerpo, de forma que nuestra presencia explique la historia que necesitamos contar a los demás y contarnos a nosotros para conseguirlo.